Pero el domingo me quedé dormida y en mi sueño veía caer los últimos ocho meses por el balcón. Las hojas se dispersaban y se perdían. Yo estaba triste, pero no iba corriendo a buscarlas.
Yo ya viví estas pérdidas, pero nunca tan de cerca, nunca de mis manos.
Yo ya viví estas pérdidas, pero nunca tan de cerca, nunca de mis manos.
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