viernes, 6 de abril de 2012

Nuestro propio escondite en Buenos Aires, nuestro lugar en el mundo, nuestro secreto. Por qué siempre vuelvo al mismo lugar? Nos encontrábamos a la mañana. Llegaba, dejaba la cartera de una silla, vos te sacabas el morral.  "No te me acerques, no puedo tenerte cerca." Vos me lo decías. Y después solamente nos reíamos. El sol de la mañana, vos cruzabas la calle, te ibas, me iba. Pero íbamos a volver, era nuestro escondite, habíamos descubierto la forma de entrar. El sol de la mañana, vos cruzabas la calle.

No hay comentarios: