Yo era demasiado chica para entender, y esta persona me explicó (una práctica educativa!) lo que me iban a hacer los hombres cuando fuera grande.
Qué irónico.
Qué irónico.
Por amor al silencio se dicen miserables palabras. Un decir forzoso, forzado, un decir sin salida posible, por amor al silencio, por amor al lenguaje de los cuerpos. Yo hablaba. En mí el lenguaje es siempre un pretexto para el silencio. Es mi manera de expresar mi fatiga inexpresable.
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